Me han puesto un nuevo nombre en casa: María Fermenta. Todo lo que veo, mi cabeza piensa que quiere fermentarlo, así que no les recomiendo que se pasen por mi casa en estos días… podrían ser intervenidos.
El nuevo nombre tiene una razón de ser. Estos últimos meses he encontrado una pasión grande: la fermentación. Reconozco que, desde hace mucho tiempo, estos sabores me llamaban mucho la atención pero tenía algo de miedo de hacerlos yo misma y por eso los compraba. La verdad un día me dio la locura y empecé el proceso de fermentación en mi casa. Han sido pruebas de ensayo y error pero les confieso que estoy apasionada. No sólo porque es un reto en mi vida sino porque he aprendido tanto de ellos y la paciencia, que para mi es bien difícil, que necesitan para que funcionen bien.
Pero empecemos con un significado, “La fermentación es un proceso catabólico de oxidación incompleta, que no requiere oxígeno, y cuyo producto final es un compuesto orgánico” (Wikipedia).
En otras palabras, es un proceso intencionado que le hacemos a los alimentos para que microorganismos estén presents en el proceso de eliminación de oxígeno. La comida proviene de bacterias y cada ser vivo está constituido de bacterias. Nosotros, los humanos convivimos con bacterias en nuestro cuerpo: tanto buenas como malas.
Desde millones de años los procesos de fermentación existían ya que las personas, para conserver la comida, la fermentaba y de esta manera la mantenía para épocas de invierno o de hambruna. Desafortunadamente, todos estos procesos de fermentación se han perdido gracias a la cantidad de productos procesados que hoy encontramos en los supermercados. La comida chatarra ha desplazado los productos reales que tanto bien nos hacen.
Nuestro cuerpo tiene tanto bacterias buenas como bacterias malas que conviven en nuestra flora intestinal. La idea es que exista un equilibrio y puede que en un comienzo, cuando nacemos, se encuentre. Los probioticos naturales como los del calostro que nos da nuestra madre cuando amamanta son bacterias buenas que necesita un recién nacido para una buena digestion y protección.
Desafortunadamente, con productos químicos como los antibióticos, productos antibacteriales, la comida e incluso la misma agua por la cantidad de cloro que tiene mata y elimina las bacterias buenas que nuestro cuerpo necesita. Por tal motivo, ahora está tan de moda el consumo de probióticos en cápsulas con unas cepas de baterías y unas cantidades para restablecer estas bacterias que nuestro cuerpo necesita.
¿Para qué sirven las bacterias buenas en nuestro cuerpo?
- Digestión de nutrientes
- Asimilación de nutrientes de las comidas
- Reproducción de glicógeno
- Ayuda al fortalecimiento del sistema inmune
- Protección de los procesos químicos del cerebro.
En general las bacterias buenas nos permiten un mejor estado salud; ayudan a que los alimentos nos sienten bien y nos nutran, fortalecen nuestro sistema inmune.
De esta manera, y con mi estudio en mano, ¿porqué no hacer mis propias bacterias buenas en mi cocina con alimentos frescos? Existen tantos productos que podemos fermentar que el cielo es infinito y una pequeña dosis diaria puede hacer la diferencia en la salud en general de las personas.
Por esta razón, empezó María Fermenta. Y la verdad no paro de sorprenderme. Existen muchos tipos de fermentados y los recomendados ante todo son los vegetales que no contienen azúcar. Las bebidas como el ginger ale y la kombucha, a pesar de tener azúcar fermentada no son recomendables para personas que tienen diabetes. Igualmente, es importante consumirlos, al comienzo, de manera moderada para ver el impacto que tienen en nuestro cuerpo.
Si tienen o quieren probar ahora, ya estoy lista con mis productos fermentados:
- Queso de yogurt griego. Alto en proteína, 0 grasa y bajo en calorías. Perfecto para los snacks que siempre nos cogen fuera de base. Precio $7.50
- Cebollitas moradas dulces. Sabor agridulce. No sólo los fermentados no hacen bien sino también saben delicioso. Estas cebollitas son el perfecto acompañante para una ensalada, bowls o como parte de un sandwich. Empaque retornable de 8 oz. Precio $8.00
- Pepinitos encurtidos. La mayoría de productos encurtidos en los supermercados han perdido todas sus propiedades de bacterias buenas ya que, para que duren, tienen que ser puestos a altas temperaturas y el calor mata las bacterias. Perfecto para tus ensaladas, sandwiches o hamburguesistas. Empaque retornable de 32 oz. Precio $10.00
- Sauerkraut de repollo morado o verde. Nada cómo darle un sabor amarguito/salado a tus ensaladas. Con sólo una cucharada sabías que estás dándole a tu cuerpo probióticos buenos? Empaque retornable de 8 oz. Precio $8.00
- Queso vegano con aceite de trufa. Empaque 4 oz. Esta delicia es perfecta para snack, cena o acompañamiento de bowl. Precio $8.00
¿Qué significa retornable? si me entregas tu mason para un refill te descuento $0.50 en tu próxima compra